Cada vez que empieza la nueva evaluación, hay un momento en que me pongo nervioso y me sube como una cosa (caliente) como del estómago para arriba. Mi padre dice que son mixed fellings de toda la vida. La situación en cuestión es cuando la seño nos anuncia el Libro. Y digo el Libro porque de todos los que usamos en el cole es el único que se lee como se lee un libro. Los otros, los que llaman de texto, pueden tener su gracia según te guste la aritmética o la geografía política, pero por si mismos, carecen de la magia de un buen Libro.
Estábamos en que la seño nos anuncia el título y qué es lo que ocurre. Pues que yo leo, y mucho, hasta el punto de que mi madre hace guardia por la noche cuando sabe que me ha pillado alguna buena historia. Así que es habitual que ya me haya leído lo que la seño nos propone. Y entonces, sólo con nombrar el título, se evocan, amontonadas, todas las sensaciones vividas en mi lectura,
y tengo ganas de interrumpir la clase y contarles a todos esa maravillosa aventura. Pero luego me pongo triste,porque sé que esto no va a pasar, y porque también sé lo que me espera en unos meses: todo se reduce a hacer una tarea sobre el libro, cosa que le quita la gracia, muy especialmente cuando no estás de acuerdo con la interpretación de la profe, por no hablar de los desatinos
de tus compañeros... dicen que las pelis no gustan a los que se han leído antes el libro... ¡esto es como ver 20 pelis distintas del mismo libro!
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